Hace sesenta años, John Backus
inventó el FORTRAN. Pronto se convirtió en el lenguaje de programación
de alto nivel preferido por los desarrolladores. No solo había que
inventar procesadores, había que crear un lenguaje de programación que
los desarrolladores entendieran y con el que se sintieran cómodos para
que crearan los auténticos elementos útiles de la computación: los
programas o las aplicaciones, lo que utilizamos los usuarios y lo que da
verdadero valor a los ordenadores. Corelet aspira a ser el nuevo FORTRAN de la computación cognitiva.
IBM lleva varios años embarcada en el proyecto SyNAPSE
junto con la agencia DARPA. El objetivo es crear procesadores y
sistemas cognitivos inspirados en la funcionalidad, el bajo consumo y el
tamaño del cerebro de los mamíferos.
La primera pieza del puzzle es el procesador. Se trata de un chip neurosináptico basado en la arquitectura de las neuronas.
El chip está construido con tecnología CMOS de 45nm y contiene
computación (neuronas), memoria (sinapsis) y comunicaciones (axones). En
concreto 256 neuronas, 1024 axones y 256x1024 sinapsis. El
funcionamiento del chip es paralelo, modular, distribuido, tolerante a
fallos, dirigido por eventos (no por un reloj) y escalable.
Este chip rompe con la arquitectura
de procesadores vigente hasta hoy. John Von Neumann dio nombre a esta
arquitectura en la que se separan procesador y memoria y programas y
datos. Todos los procesadores (PCs, servidores, o smartphones) hasta la
fecha son arquitectura Von Neumann. La dificultad es que solo podemos
mejorar haciendo chips más rápidos, pequeños y costosos. Pero todo tiene
un límite. El problema de sustituir la arquitectura Von Neumann es que
nada de lo anterior vale. Ni una sola línea de código.
No
solo hay que construir un chip. Hay que diseñar una solución completa.
La arquitectura de muchos chips neurosinápticos se denomina TrueNorth. Dado que no hay una producción masiva de chips, IBM diseñó una simulador llamado Compass
que traslada el funcionamiento de dos mil millones de chips e una
ordenador convencional (es un decir ya que trata de Sequoia, un
superordenador de 1,5 millones de núcleos). Con esta simulación se
comprobó el escalado del sistema (que cuantos más cores añades más
rápido va, lo que no es trivial).
Y lo que hacía falta en el puzzle era el lenguaje de programación para que los desarrolladores puedan crear aplicaciones. Corelet
es la respuesta. Se trata de todo un ecosistema: un lenguaje de
programación orientado a objetos y una librería de módulos llamados
corelets. Los corelets son como bloques de LEGO. Pequeños corelets
realizan funciones simples. Luego se van combinando para crear corelets
más complejos. De esta forma los programadores pueden crear corelets
utilizando otros preexistentes.
¿Será Corelet el nuevo FORTRAN? Como suele decirse, la mejor manera de predecir el futuro es inventarlo.
Fuente | ALT1040
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